lunes, 27 de agosto de 2012

Una imagen, una idea, una pintura -1



Encontré hace tiempo en internet la portada de un cuento japonés que me llamó la atención por el contraste de luces y el juego de colores. En ella aparecen dos niños jugando con un cazamariposas en medio de una zona de altos matorrales, verdes, muy oscuros, salvo pequeñas manchas de luz verde muy claro, a contraluz, de lo que parece ser un atardecer donde un sol muy luminoso se pone tras una torre metálica en medio de un cielo ámbar con nubes cárdenas, sobre la silueta de los tejados de una ciudad en tonos violetas.

Al volver a ver esta imagen hace unos días me vino la idea de un faro a contraluz, al amanecer, sobre un acantilado rocoso. Más tarde, se me ocurrió la posibilidad de una pintura con ese mismo tema pero...¿Qué faro?, pensé.

Surgió de forma inmediata la imagen del faro de Cabo de Palos, en el Mar Menor, que ya pinté hace unos años y que ahora tiene Eva.

                                              Faro de Cabo de Palos. Oleo/tabla. 38x46 cm.

Desde ese instante surgió la idea de pintar un amanecer; esos momentos breves pero intensos que siempre me han impresionado en el paso fugaz de la noche al día cuando navego.

Al día siguiente, nada más despertar, cuando estaba amaneciendo, cogí los trastos de pintar y me fuí a hacer unos apuntes a Cabo de Palos. Allí, en la estrecha sombra del tronco de una pequeña y escuálida palmera (pues ya el sol calentaba de lleno a pesar de ser las 9 de la mañana), realicé un dibujo a color como base para la nueva pintura.  



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