Hay personas a las que conocemos, queremos y admiramos. Unas
están próximas a nosotros por familia, por amistad, por trabajo; otras lejanas,
pero las recordamos, echamos de menos y añoramos; incluso, cuando volvemos a encontrarnos parece
no haber pasado el tiempo, es como si nos hubiéramos visto hace solo unos días.
El calor, la sonrisa, el afecto están intactos y siguen alimentándose de forma
espontánea. Estas personas son un lujo, uno de los valiosos regalos que la vida
ha ido dándonos con enorme generosidad.
La pintura, la fotografía, la escultura y el cine, en resumen,
las artes visuales tienen la capacidad de perpetuar la imagen de una persona y,
aunque esta haya desaparecido hace mucho tiempo, al contemplar dicha imagen,
los recuerdos vuelven, fluyen, y esta permanencia adquiere una consistencia tal
que nos permite recordar momentos bellos e intensos con ella vividos, compartidos,
disfrutados o sufridos. Incluso, a veces, podemos sentir su presencia próxima a
nosotros. Aunque solo sea mentalmente podemos hablarle, contarle nuestras cosas
y de alguna manera, al hacerlo, aunque no conteste nuestras preguntas y no
responda a nuestras dudas, sorprendentemente, de alguna manera, nos sentimos
reconfortados.
Abuela María era la figura sabia y enérgica, la referencia
más importante de mi familia. La única abuela que aún vivía, pero además, a sus
noventa años, poseía una mirada, una expresión y una imagen de fuerza inusitada.
Yo, que llevaba toda mi vida llenando papeles y ejercicios, incluso exámenes,
de dibujos y colores decidí, con esa osadía que da la juventud, hacerle un
retrato, mi primer retrato, y, aunque esta idea fue mal recibida por mi padre,
el patriarca y mandamás de la casa, seguí adelante. Cuando se lo comenté a ella estuvo
encantada y dispuesta a posar cuantas veces fueran necesarias.
Abuela María. Grafito/papel. 1976
Hay momentos de aquellos días en que fui a su casa para
pintarla que aún permanecen nítidos en mi memoria. Su alegría comedida al
recibirme, su postura enhiesta, su mirada directa, limpia y cargada de
sabiduría, su actitud. Posaba erguida, coqueta, sin cansancio aparente y sin languidecer,
no en vano era María la “Galla”.
– ¡Ponme guapa!- le decía a mi tía Josefa – ¡Que viene mi
nieto a pintarme!-.
Vestida de negro y con los pendientes que le regaló siendo
joven el abuelo Mariano, muerto de neumonía al no encontrar antibióticos hacía
más de cuarenta años, dejándola viuda con ocho hijos, en los años del hambre. El cuadro estuvo en su casa hasta que murió a los noventa y cuatro años, después
en casa de mis padres y ahora en la mía. A veces, cuando miro su retrato, el
primero y uno de los mejores que he pintado, la siento frente a mí, posando, contándome
cosas, sonriendo.
Fue una de las mejores modelos que he tenido y una de las
mujeres más grandes que he conocido.
Nada es casualidad: justo hoy he leído que Garcia Márquez dijo que la vida no es la que uno vivió sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla...Conocía tus vivencias en torno al dibujo de tu abuela, pero ahora, al leer tu relato sobre ello, me he emocionado. Me siento orgullosa de tí, de lo que has vivido y de cómo le das sentido al narrarlo...
ResponderEliminarLo que dices significa mucho para mí, sobre todo, a semejanza de lo que digo en el texto, viniendo de la mujer más grande que conozco: TU
EliminarDespués de contemplar el resultado, contradecir al patriarca, mereció la pena. Excelente relato y mejor retrato.
ResponderEliminarA veces, al contemplar alguna de mis obras tras pasar mucho tiempo desde que la pinté, pienso que ahora lo haría de otra manera, de otra forma. Con el retrato de mi abuela María esto no me pasa, incluso pienso que si lo hiciera ahora mismo difícilmente saldría tan expresivo
EliminarMaravilloso retrato, Martín. Dan ganas de abrazarla! Orgullosa y feliz de que la retrate su nieto, intentando ponerse seria para tal ocasión. Pero no consigue esconder su satisfacción. Me encanta lo que has escrito. Un beso!
ResponderEliminarMuchas gracias Nené. Que alegría reencontrarte. Con ese retrato empezó mi aventura como pintor que ahora continua con unas acuarelas que estoy pintando sobre Venecia y Treviso, en recuerdo del maravilloso viaje que compartimos
EliminarEstoy deseando verlas! Y veros! Hace un par de semanas nevó y Venecia estaba toooooda blanca! Un besote!
EliminarNené
En unos días te mando las imágenes. Cuando termine la última de ellas que precisamente es de Treviso. Muua!!!
EliminarBueno ese anónimo soy yo, Nené, no sé qué perfil escoger...
ResponderEliminarBueno, me he emocionado, pues me ha recordardo a mi ab uela materna Rosa, preguntalé a Eva y veras como tengo razón. Tambien era una mujer de esa estirpe, maravillosa, siempre estarán en nuestro pensamiento. Enhorabuena por tu pintura, yt por tus palabras para ella, vaya, vaya, que estaria orgullosa de su nieto. Un beso Charo
ResponderEliminarMuchas veces, no lo olvides, las persona mayores como mi abuela María o como Tú, sois capaces de llenar de luz la vida de las personas que os rodean, que os admiran, que os quieren.
EliminarTienes una gran facilidad para verter la imagen en evocadoras palabras que valoran afectivamente la vejez, etapa vital impregnada de soledad y fragilidad, lo que justifica el miedo a no morir - no a morir - en una creciente decadencia. En efecto, la salud, el amor, la amistad,...son auténticos milagros cotidianos.
ResponderEliminarY depende de nosotros mismos que sigan siéndolo. Muchas gracias
EliminarMe ha encantado tanto el relato como el retrato. Es un lujo la evocación que haces: las personas mueren cuando nadie las recuerda. Es maravilloso sentir que tu abuela vive a través de tus palabras. Un beso, poeta. Ana
ResponderEliminarCreo,además, que ese recuerdo es más perdurable cuanto más auténtica fue su existencia. Gracias gracias!!
EliminarMartín, es PRECIOSO, con todas las palabras :) tal como estuvimos el jueves pasado en el taller de pintura hablando, las abuelas lo son todo! Siempre estan orgullosas de sus nietos y nietas :) y por ello...nos empachan a comida (su mayor especialidad) y nos llenan de besos cada vez que nos vuelven a ver aunque solo hayan pasado unas horas. ;) Un beso! Belén.
ResponderEliminarMuchas gracias Belén, y lo que dices es cierto, solo esperemos que cuando nosotros seamos abuelo y abuela no seamos así. Aunque seguro que haremos lo mismo. Muua!!!
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