sábado, 18 de octubre de 2014

PORTO CERVO: CERDEÑA – III

            La única cosa que me ha chirriado en la estupenda travesía de el pasado mes de agosto ha sido la visita a Porto Cervo: el Yacht Club más exclusivo de la Costa Esmeralda italiana, creado por el príncipe Aga Khan.

          ¿Es necesaria tanta riqueza, tanto lujo, tanto orgullo? No solo tener, además, enseñarlo, mostrarlo; que los otros lo vean, procurar su envidia. Los elegidos por la diosa Fortuna poseen los mejores barcos, los más grandes, los más lujosos y espectaculares. ¿Cuánto cuestan, quien y como se pagan, como se consigue almacenar tal cantidad de dinero?  Quevedo encontraría aquí el mejor reflejo de sus versos: “Poderoso caballero es Don Dinero”... Y no solo el barco, también una villa desde la que ver tu barco y poder compararlo con el de los demás. Ser el primero, el más poderoso.de tan exclusivo club. Y también, como no, poseer un Picasso y un Van Gohg, que este último además era pobre y estaba loco, y seguro tener un huevo, o dos de Faberge, y un Ferrari, o dos, y una legión de sirvientes. Y cuantos Channel tendrá en el armario su mujer. ¿Se preguntará ella de donde sale el dinero con que pagarlos?


            Adquirir el brillo que da la posesión de obras de arte, porque dinero lo tienen muchos y el yacht club de Porto Cervo es la mejor plasmación de ello pero, y el arte, hay algo más elitista que poseer la obra de un genio, eso únicamente está al alcance de la nobleza, mejor aún, la realeza.



Porto Cervo, Costa Esmeralda. Cerdeña

Y me pregunto: ¿Serán felices, estarán alegres, sonreirán de verdad? Será la suya una sonrisa limpia, pura, auténtica y noble. ¿Y los amigos, serán incondicionales o comprados? Aunque la verdad, mucho me temo que sí, muchos días dormirán tranquilos y muchas mañanas podrán mirarse al espejo.


       Pero cuidado, por muy alto, por muy erecto que sea el mástil de su velero, los acantilados rocosos lo son aún más, o por mucho que rujan los motores de sus yates nunca llegarán al poderoso bramido de una tempestad; y por enorme que sea la ambición que les posee muchísimo más, casi infinita es la mar.

            Para ilustrar esta entrada he rescatado la obra que me abrió la puerta a las salas de exposiciones y que ya figuró en la entrada “Manos dibujadas”. Se trata de “Los Senadores”, aunque en este caso y como ya pensé entonces podría titularse “Los poderosos” o “Los dirigentes”, y además tres de los diversos estudios que sobre el tema realicé en esa época y que ahora mantiene una total actualidad.



Martín Alía: “Los senadores”. Bolígrafo negro/papel. 72x97 cm. 1978.




Martín Alía: “Expresión Nº 2”. Bolígrafo negro/papel. 27x21 cm. 1978
 “Expresión Nº 4”. Bolígrafo negro/papel. 34x26 cm. 1982
 “Expresión Nº 5”. Bolígrafo negro/papel. 34x26 cm. 1982



sábado, 4 de octubre de 2014

CÓRCEGA Y CERDEÑA - II

Por la amura de estribor, al atardecer, aparece un escarpado monte rocoso coronado por un castillo fortaleza y una iglesia de esbelta torre. En sus laderas se arraciman casas multicolores que llegan hasta el mar: es Castelsardo, y cuando allí atracamos, en nuestro primer puerto italiano, nos reciben encantados pues somos españoles. Nos cuentan que el castillo fue construido por aragoneses. 


Castelsardo. Cerdeña, Italia.

Tras un día estupendo conociendo el lugar y reponiendo agua y víveres  largamos amarras rumbo a Córcega a través del estrecho de Bonifacio que separa tierras italianas y francesas. Arriamos el pabellón italiano e izamos el francés. En solo tres días portamos bandera española, italiana y ahora francesa, más la holandesa que es donde está matriculado el barco y después, también, la bandera sarda; un canto a la internacionalidad.

En la mar no existen fronteras.

La aproximación a la población de Bonifacio, ya en tierra francesa, resulta muy difícil; es noche cerrada y hay multitud de luces y oscuros y traicioneros escollos a flor de agua. Cuando amanece descubrimos que estamos fondeados en Cala Figari: agua, arena, enormes rocas de aspecto zoomórfico que harían las delicias de un escultor, árboles de verdes intensos y dominándolo todo una torre medieval de la que realizo un apunte con acuarela


Martín Alía.Cala Fígari, Córcega”. Acuarela/papel. 32 x 46 cm. 2014.


Bonifacio está enclavado sobre altos acantilados que rodean una estrecha y profunda ensenada. Nos preguntamos cuánto tiempo aguantarán sus casas antes de caer al mar. Algunas de ellas recuerdan las Casas colgadas de Cuenca.

De vuelta a Cerdeña la mar es brava, navegamos con más de 40 nudos y olas de 3 y 4 metros. Sin duda Neptuno, cansado de tanta belleza y buen tiempo, muestra su genio, su fuerza y su poder; enfadado e intransigente con estos pobres argonautas que únicamente sueñan con sus náyades y sirenas.

En días sucesivos hacemos puerto en La Maddalena, capital del archipiélago del mismo nombre situado al noreste y donde conocemos a Roberto, que en su restaurante “Robi”, nos prepara la mejor y más exquisita pizza imaginable. La mañana prevista para la partida dibujo un apunte apresurado de unas barcas antiguas; no hay tiempo para hacerlo con acuarela por lo que anoto los colores, quizá más adelante pueda realizar una pintura basándome en él; ahora hemos de largar amarras pues la previsión de viento es complicada y debemos zarpar enseguida.



 Martín Alía.Barcas en la Maddalena, Cerdeña”.
Lápiz grafito/papel. 32 x 46 cm. 2014.


Afortunadamente esta previsión no se cumple y podemos darnos un refrescante baño en la transparente piscina natural que forman isla Budelli, isla Rizzoli e isla Santa María. Partimos dejando por estribor isla Caprera, donde vivió Garibaldi. Y navegando hacia el este encontramos el exclusivo club náutico de Porto Cervo: lujo desaforado donde los todopoderosos de la superjet amarran sus superyates  frente a sus supermansiones; en mi deja un regusto amargo que analizaré en una próxima entrada.

Más adelante la grandiosa Isola di Tabolara, donde se dice residen los dioses y muy próximos, frente a isla Rosso, trágicos escollos que atrapan los hierros retorcidos de un naufragio carcomido por la mar. Días después, ya en el sur el cabo Spartivento que como su nombre indica parte los vientos que se encuentran furiosos en sus acantilados.



Martín Alía.Rocas a flor de agua, Cerdeña”.
Lápiz sepia/papel. 32 x 46 cm. 2014.


Y Clagiari la capital. Antigua, señorial, con clase, muchísima clase; vital, noble y festiva. Con su pequeña y exquisita catedral, llena de mármoles que embellecen sus altares, la cripta y su bellísima fachada; encaramada en lo más alto del risco con vistas a la ciudad, al puerto, a la bahía y a la mar omnipresente.

En poniente visitamos la medieval Alghero, Oristano y su catedral elíptica y Carloforte con su ruta napoleónica.

CERDEÑA, con mayúsculas, tierra de sardos. Orgullosos de su isla, de mirada directa y mandíbula poderosa; acogedores, generosos y auténticos. 




Martín Alía. “Sardo”. Bolígrafo sobre mantel de papel. 21 x 16 cm. 2014.