viernes, 28 de noviembre de 2014

Faro a la primera luz de la mañana

¿Cuánto tiempo se tarda en pintar un cuadro? La respuesta a esta pregunta es para mí difícil de contestar, de contestarme.

La pintura que aquí presento la empecé hace más de dos años y siguió un desarrollo lógico y normal hasta que después de varias sesiones se paró, me paré; no podía seguir pintando. Todo estaba bien, la composición, el equilibrio, el color, las sombras pero… Había dejado de vibrar.

Siguiendo una costumbre que prácticamente siempre me ha funcionado, di la vuelta al lienzo y lo guardé, lo dejé descansar. Más adelante, esperaba, me hablaría, me diría cosas, me diría que necesitaba, o al menos eso esperaba. Porque entre un lienzo y el pintor tiene que haber, es imprescindible, un diálogo. Hay que saber escuchar a la pintura y si lo haces, ella te dirá lo que le falta, lo que necesita. Pasado un tiempo, días, meses, lo volvía a ver y el lienzo seguía en silencio, mudo, por lo que volvía a guardarlo y así durante mucho más tiempo. Pero no dudaba, estaba seguro, que ese diálogo se restablecería.

Hace pocos días, -¡oh maravilla!- el diálogo se restableció, y vi claro lo que tenía que hacer, lo que le faltaba y como terminarlo.

Y aquí está, acabado. Creo que tiene fuerza, color y luz, mucha luz. Ha sido un proceso difícil pero considero que ha merecido la pena. Tanto es así que estará en la portada del catálogo de mi próxima exposición a celebrar durante el primer trimestre del próximo año 2015 en el Museo Municipal “Casa Orduña” en Castell de Guadalest, Alicante.

Como inicialmente pensaba que podría ser una pintura interesante, fui haciendo fotos del proceso de creación y en varias entradas de este blog, con el título de Una imagen, una idea, una pintura I, II y III, las fui publicando por lo que, junto a la imagen definitiva, aquí las dejo nuevamente.



Martín Alía: Faro a la primera luz de la mañana. Óleo/lienzo. 92 x 73 cm.




Martín Alía: Faro de Cabo de Palos. Apunte del natural



 Martín Alía: Encaje a carboncillo sobre lienzo preparado al temple.




Martín Alía: Primera "mancha" con óleo disuelto en esencia de trementina





Martín Alía: Se incorpora la silueta del faro y se perfila el promontorio rocoso




Martín Alía: Estudios de color en el cielo y las rocas con desplazamiento de las

nubes centrales hacia abajo





Martín Alía: Empastes de blanco titán y amarillo nápoles realizados
directamente con el tubo





lunes, 3 de noviembre de 2014

Apuntes de una travesía – Cerdeña IV

Antes de iniciar la travesía rumbo a Cerdeña pasé unos días en Asturias en compañía  de unas personas maravillosas. Nada más llegar al lugar y encontrarnos con la preciosa casa de indianos llamada La Casona del Caleyu, junto a la población de Sala, me asaltaron multitud de formas, colores y motivos para pintar y dibujar, lo que quedó plasmado en una acuarela del espacio interior delimitado por los edificios y un dibujo del poderoso tronco de una higuera situada frente al edificio principal. La acuarela quedó como regalo a los dueños de la casona y el dibujo, que aquí se reproduce, formará parte de mi próxima exposición a celebrar en la Casa Museo Orduña en Castell de Guadalest durante el primer trimestre del año próximo.



Martín Alía: “Tronco de higuera. Casona del Caleyu, Asturias”. Lápiz/papel. 2014


La vuelta de tierras asturianas fue justo el día anterior a la partida en que zarpamos inicialmente rumbo a Menorca, única de las Islas Baleares que yo y otro de los compañeros desconocíamos. Dos días más tarde fondeamos en la ensenada de Ciudadela donde pensé realizar un apunte de la torre vigía y el faro pero -¡que despiste!- había olvidado en tierra mis acuarelas por lo que, deseoso de pintar como fuera, hice un dibujo con lápices de color tratando de reflejar la tranquilidad que en aquella jornada mostraba la mar.



Martín Alía: “Torre y faro de Ciudadela. Menorca”. Lápices de color/papel. 2014


Al día siguiente navegamos rumbo sureste buscando la escarpada costa sur de la isla repleta de acantilados, profundas ensenadas y pequeñas calas y playas. Al atardecer fondeamos en la abrigada Cala Mitjor y a la mañana siguiente, utilizando unas acuarelas que Juan el patrón sí había traído, pinto el gran acantilado de tonos ámbar que está frente a nosotros, la oscura cueva que en la roca orada incansable la mar y el verde arbolado que rodean una minúscula playa.



Martín Alía: “Cala Mitjor. Menorca”. Acuarela/papel. 2014


Días después, ya en Córcega y Cerdeña, vendrían los apuntes de “Cala Fígari”, “Barcas en la Maddalena”, “Rocas a flor de agua” y “Sardo” publicados en entradas anteriores.

 Más adelante, estando en la Marina de Sant´Elmo de Cágliari constaté, una vez más, la buena costumbre de muchos club náuticos que habilitan un espacio donde marinos de diversos barcos y nacionalidades depositan libros y revistas que ya han leído y no utilizan, creando así un fondo bibliográfico donde otros navegantes podrán, a su vez, intercambiar por los suyos propios.

Próximo el retorno, y previniendo que en los días que restaban para realizar la larga travesía de vuelta y donde, salvo auténtica necesidad no haríamos escala, tomé tres de esas revistas por ver de encontrar alguna imagen que sirviera como modelo para llenar las muchas horas que nos quedaban por navegar. Quedaría mucho mejor decir que los estudios de rostros femeninos que dibujé corresponden a dos de esas novias que los marinos tienen en cada puerto pero, al menos en mi caso, no fue así. 

La mitología gusta de representar oral o plasticamente los deseos, angustias, anhelos y sueños de los mortales, creando historias, mitos y personajes heroicos o románticos. En este caso las modelos únicamente son náyades y sirenas de papel; solo espero haber estado con mis trazos a la altura de su belleza.




Martín Alía: “Perfil de mujer”. Lápiz sepia/papel.  2014




 Martín Alía: “Apoyada en sus manos”. Lápiz sepia/papel. 2014.


Quiero pedir disculpas pero en las dos últimas entradas -¡no se el motivo!- el formato del texto, de las letras, se burla de mí y sale literalmente como quiere. Hablaré con Poseidón por ver si en su divina sabiduría explica a este humilde mortal los motivos de tal hecho. Así mismo trataré de iluminar mejor los dibujos a fin de lograr fotos de mejor calidad.

Apelo por todo ello a vuestra generosa comprensión